THE GOLDEN AGE THINKING


Déjame descorchar un Rioja de esos que tienes escondidos para contarte un secreto ahora que tenemos un momento.

Pero primero, déjame que ponga algo de música. Digamos que Sons of the East es una buena opción así que empecemos por su Lost Cause y veamos a dónde nos llevan estos australianos porque esta noche, por alguna razón, han afinado el piano mejor que nunca, ¿no te parece?

Déjame ponerme un poco serio y contarte que el otro día volví a ver Midnight in Paris y que hubo dos escenas que me marcaron muchísimo o que me volvieron a marcar, más bien, porque ya lo hicieron en su momento pero me había olvidado.

Déjame contarte que la primera fue cuando una voz en off dice que la lluvia vuelve las ciudades más bonitas y que les da un encanto encantador y que, aunque no lo entendí en su momento, no se refería solo al sentido más romántico del término. Déjame hablarte de aquellos dos buenos amigos que caminaban inocentemente por el centro de París hace un par de días cuando les pilló una tormenta digna del mejor drama shakespeariano y que en cosa de 5 nano segundos se quedaron solos en plena calle al más puro estilo Soy Leyenda.

Todo el mundo había volado.

Pluf.

Desaparecido.

Huido como huimos de Madrid cuando empieza el verano.

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Huido como huye el gentío cuando se les cae el cielo sobre las cabezas porque eso tiene su lógica y sin embargo, ellos dos, por alguna razón, siguieron andando con poca o ninguna reflexión y con una buena sonrisa dibujada en sus caretos.

Déjame confesarte que esos dos individuos somos los mismos que escribimos por aquí y que una vez escuché que en el mundo hay dos tipos de personas, las que ven caer la lluvia y las que se empapan sin pensárselo y que nosotros no es que nos empapásemos, es que nos paseamos media tarde como quien sale de una sesión de aqua-spinning en vaqueros y camisa y que encima nos hacía gracia el asunto.

Y será que lo que escribió nuestro amigo Allen es verdad o que estábamos ambos de muy buen humor o que salió luego el sol para secar nuestras penas, pero el caso es que aquel chapuzón es un recuerdo y un recuerdo es algo que tenemos y que aún no hemos perdido.

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Déjame que te hable ahora del momento en el que Gil se da cuenta de que la salida fácil para todos sus problemas no puede ser, sencillamente, pensar que estaría mejor en otra época, en otra ciudad, en otro trabajo o con decisiones diferentes que afrontar.

Y déjame darle la razón a Gil en esto. Déjame decirte que para mí esto un proceso sesgado, que no se puede comparar lo que podría ser, o lo que podría haber sido, con lo que en realidad es y que para mí eso del qué bien estaríamos ahora en la playa no es muy normal porque si imaginamos, imaginamos siempre lo mejor pero si vivimos, por definición, nos vamos a pegar algún que otro castañazo.

Woody Allen le pone un nombre a ese tipo de nostalgia porque Woody Allen le pone un nombre a todo tipo de nostalgia: lo llama el Golden Age Thinking.

La maldita Reflexión sobre la maldita Edad de Oro.

Déjame decirte que la historia de esta noche trata sobre eso, sobre nuestra maldita Edad de Oro y después revelarte ese secreto prometido al descorchar esta botella: que nuestra Edad de Oro es, y solo puede ser, esta misma noche.

Y déjame explicarte por qué.

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Porque siempre podremos mudarnos a cualquier otra parte. Porque una calle de París no es tan solo todo lo que nos mojamos. Porque esta noche escribimos sin pensar y sin ortografía y porque el viento de levante nos llevará a todas partes. Porque hemos muerto y hemos resucitado y, desde hoy, algo ha empezado. Porque no queremos ser los malos, ni los buenos, ni los feos, por favor. Porque si me asomo a la ventana eres la chica de ayer. Porque que te quedes a dormir es todo lo que quiero en esta vida insana. Porque en los aeropuertos unos vienen y otros se van. Porque puede que la vida sea un segundo para volver a soñar como hacíamos ayer, o para intentarlo al menos. Porque una vez estuvimos equivocados, pero ahora todo eso pasó. Porque siempre podremos volver a Sevilla en primavera y vivir un jueves santo y una mañana de feria.

Porque una persona que no tiene defectos tampoco tiene muchas virtudes. Porque no buscamos imitaciones mediocres ni bailes ordenados y porque vive Dios que escrito está, que si te doy mi palabra no se romperá.

Déjame decirte que estamos en la Edad de Oro porque si nada sale bien siempre podremos volver a empezar de cero y porque es cierto que nos ciega la ilusión pero también es cierto que si vamos a cegarnos con algo mejor que sea  descubriendo el mar dentro de un vaso de ginebra.

Déjame contarte que dejarse llevar suena demasiado bien.

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Déjame.

GdG

 

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