SOBRE LAS AGUJAS DE LOS VIAJES


Sometimes it feels like standing in the lobby of a hotel, looking at the dials depicting every time zone in the world behind the front desk –except they all apply to you, and all at once.

Hay veces, cuando no sabemos cómo afrontar lo que se nos viene encima, cuando volvemos a casa varias noches seguidas sin saber muy bien qué hora marcan nuestros relojes, que lo mejor que podemos hacer es pararnos un momento y recapitular, visualizar nuestras fotos y nuestras memorias e intentar entender por qué dejamos que el verano se termine.

Si el verano es la estación del buen humor.
De las chicas morenas y de las noches interminables.

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Si el verano es la estación de los viajes.

De esos viajes que, como ellos, también tienen un septiembre y un equinoccio otoñal, un momento en el que se tiñe su verde de ocre y se acortan sus días; y que también, por cierto, dejamos terminar.

En fin, estaba yo el otro día dándole vueltas a todo esto, después de recibir por correo los recuerdos del viaje agostizo que nos hemos marcado los doce descerebrados de siempre.

Pero todo esto no era una queja, no me malinterpretes, ni tampoco una súplica a la necesidad de un verano más largo porque eso es discutible. Esto fue, simplemente, porque me vino a la cabeza lo importancia del “con quién” en todo lo que hacemos.

Ni siquiera el tiempo parece ser demasiado relevante. Una vez leí que la cuantificación del tiempo es tan solo una falacia utilizada por el ser humano para evitar que dos momentos ocurriesen a la vez. Una fina línea, en resumidas cuentas, que separase dos instantes.

Y el verano es eso. Y los viajes también. Una frontera donde deja de tener sentido ser cauto o previsor.

Y por eso nosotros nunca lo fuimos. Y por eso nosotros nunca lo somos.

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Por eso no empezamos aquel viaje con la misma inquietud que tiene un pequeñajo la noche del cinco de enero. Que se acuesta pero no duerme. Que sueña.

Por eso no celebramos las veintiséis primaveras de dos morenos con vistas a aquel parque donde perdimos el rumbo de la noche y la propia vergüenza, rendidos al efecto de un trago endemoniado que marcaba el norte de nuestra misión.

Por eso no compramos la mañana siguiente un cargamento de ron y de ginebra con los cálculos aproximados de algún inconsciente de la banda, protegidos por el credo de que no todos los tesoros son de oro puro y de plata.

Por eso no zarpamos a la mar con aquel botín como si fuéramos doce piratas, con cien cañones por banda y cantando alegres en la proa, buscando brújula en mano aquello que uno solo encuentra cuando por fin está perdido, YO-HO.

Por eso no abordamos el barco de aquel quinteto del año noventa y tres sin sospechar que serían ellas quienes acabarían por hundirnos en un océano de copas y canciones durante aquel atardecer tan oportuno.

  • Porque ¡menudo aguante, señoritas!

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Por eso no le hicimos caso omiso a nuestro capitán cuando nos quiso hacer volver a tierra firme, cuando nos avisó de que el sol caía y la marea remontaba, cuando nos miró como eludiendo responsabilidades en caso de que el negocio se complicase, mientras seguíamos con el agua a la cintura y la música a todo trapo convencidos de que nuestra causa no estaría perdida mientras quedase un solo necio dispuesto a luchar por ella.

Por eso no celebramos nuestras hazañas en aquella mesa de madera hasta que se encendieron las luces y se apagaron las farolas, rodeados por los restos de un naufragio que empezó a media tarde bajo un diluvio universal.

Un naufragio que apenas duró unas horas, ¡pero qué naufragio!

Y por eso no terminamos el viaje con la misma inquietud que el primer día pero con más melancolía, mucha más, brindando por todo aquello que pudo ser y al final fue, borrachos con la idea de que las memorias de un viaje, y solo sus memorias, podrían curar las heridas que nos deja el verano cuando empieza a terminarse.

Al fin y al cabo, son las agujas de esos viajes las que ponen en hora nuestros relojes.

GdG

«But if we’re strong enough
To let it in
We’re strong enough
To let it go»

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5 comentarios en “SOBRE LAS AGUJAS DE LOS VIAJES

  1. ¡Hola!
    No sabes la inmensa alegría que me produce pasar por este bello rinconcito después de tanto tiempo, he estado dos meses disfrutando a tope del verano y siempre es un placer regresar y darme cuenta de que los rincones llenos de magia como este siguen transmitiéndome tantas emociones.

    En cuanto al post, ¡qué maravilla! Ahora que acaba de llegar el otoño, leer esto me ha dado unas ganas inmensas de volver a esos meses veraniegos. Coincido con el comentario anterior en que es muy original tratar la imagen de los viajes como agujas de un reloj que nunca para. Me gusta mucho leer los post de este lugar porque están escritos siempre desde la originalidad, porque me hacen formarme un punto de vista distinto respecto a un tema que creía que ya conocía. El verano es sin duda la época de cometer más locuras y formar recuerdos para cuando seamos unos ancianitos adorables y estemos recordando nuestra vida en una mecedora al atardecer. Gracias por tanta magia, de verdad.

    Aprovecho para avisarte de que he vuelto al blog con mucha fuerza y ganas de seguir escribiendo de nuevo, por si quieres echarle un vistazo. Pero vamos, que ninguna obligación 😉. Yo, con haber pasado por aquí, ya soy feliz.

    ¡Un abrazo enorme, cuídate! ❤

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    • Hola Miss Poessía,
      Nos encanta conocer a más personas que disfrutan del verano como se merece y que luego lo comparten con nosotros.
      Y que luego hacen lo mismo con el otoño y con el invierno y también con la primavera. Porque cada estación tiene su momento.
      ¡Mucho ánimo con la vuelta y por supuesto que estaremos pendientes de tus nuevos textos!
      Nos leemos por aquí.
      Beso.

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